MEROS TESTIGOS

Los hijos se van de la casa, toman lógicamente sus propias decisiones, eligen a su pareja, forman familia y educan a sus hijos. Y allí estamos nosotros sus padres observando sus vidas, espiando su felicidad y temblando ante sus fracasos.

Pasamos de protagonistas a observadores, intentando no hacer juicios, entendiendo los nuevos modos de actuar y procurando comprender las enormes diferencias tanto en su relación conyugal como la de padre e hijos, y estamos hablando  de una sola generación.

El ser humano es el mismo pero como vivimos dentro de una sociedad, en un entorno cultural con un pensamiento cada vez más globalizado, a nosotros, los padres y abuelos se nos hace muy difícil asimilar tantos cambios. Lucho tremendamente para no ser “estructurada” y enclavada en el pasado, pero todo ha sido tan rápido, tan acelerado, con tanta información, tantas imágenes, tan pocas palabras, que me es titánico tomar con calma lo que veo y siento, acerca de la vida de mis hijos y nietos.

Reconozco que la relación conyugal, en la actualidad, es más igualitaria y más justa pero también que en esa equidad a veces se pierde la esencia de la participación y responsabilidad de cada uno. Percibo que la relación con los hijos, hoy en día es más directa y sincera, pero a su vez,  les cuesta a ambas partes delimitar sus “zonas” dentro de la familia y dejar claro los roles que les competen.

Mis palabras no quieren expresar quejas, simplemente, mi esfuerzo para comprenderlos y colaborar desde mi silencio y con actos puntuales cuando me necesitan. Mientras tanto voy perdonándome los errores pasados y agradeciendo el presente, aunque a veces me cueste.

Conclusión, somos meros testigos de sus vidas!!!